Hoy es una fiesta grande en la que damos gracias a Dios por todos sus dones, muy especialmente porque hoy celebramos 140 años de la fundación de la Congregación de las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús.
Sí, celebramos hoy que un 2 de Febrero de 1877, hace ya la friolera de 140 años, Madre Isabel Larrañaga, respondiendo a la voluntad de Dios, CONSTRUYÓ SU SUEÑO, e inició la andadura de esta Congregación, que hoy hace camino con nosotros.
Queremos dar gracias al Espíritu Santo que inspiró a la Madre para que buscase las formas de servir a Dios y a los niños. Por eso hizo una opción de vida por la Educación, para ayudarnos a que nos desarrolláramos como personas y aprender a vivir el amor de Dios como un don.
Queremos especialmente dar gracias por la Congregación de Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús, por estos 140 años de historia al servicio de Dios y de los más pobres, caminando con hombres y mujeres de todos los tiempos, ofreciéndoles la Palabra de Dios, compartiendo su Amor, haciendo opción por una educación en igualdad y servicio… por tantos caminos recorridos en el espacio y en el tiempo.
Gracias por tantas hermanas que, a lo largo del camino y haciendo vida el carisma de Madre Isabel, han buscado ser respuesta humilde y sencilla a las necesidades de tantos seres humanos, ofreciendo formación integral, atención sanitaria, acompañamiento, escucha, acción pastoral y formativa, promoción de la mujer, simplemente, porque se sentían amadas por Dios y querían buscar las formas de que otros pudiesen también experimentarlo en sus vidas.
Gracias por las personas que durante este tiempo han sido parte de esta historia de vida: alumnos, padres de familia, profesores, personal de servicio, médicos, enfermeras… con todos ellos las hermanas han ido aprendiendo a ser lo que son y, en la diferencia, se han enriquecido.
Gracias por este sueño que Madre Isabel quiso hacer vida, que no soñó en un rato y se le pasó, sino que se quedó en la retina y en el corazón. En Él leyó la voluntad de Dios y un camino de felicidad para ella y para cuantas, como ella, han querido seguir a Jesucristo como Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús, y que comparten con alegría esta riqueza de sentirse llamadas hoy y siempre, a ser en la vida del mundo ese corazón del mundo que palpita con las necesidades de los pequeños y se acelera para buscar caminos de igualdad y de justicia.
Gracias hermanas, por estar a nuestro lado, por ofreceros cada día y por seguir ayudándonos a soñar con amor. Esperamos saber responder, cada uno desde su lugar, su opción y su ser.
Y gracias a Madre Isabel, que desde su silencio acogedor nos ofrece ser su palabra traducida en miles de lenguas, adaptada a toda situación. Quiere expresarse en nuestros labios, en el susurro a quien sufre, en el grito que sacude la injusticia, en la pregunta cariñosa al niño que llora, en la sílaba que alfabetiza a cada uno de nuestros chicos.
En su respeto a nuestra historia, nos ofrece ser sus manos para ser su ternura, acercarnos a su corazón, cantar en cada celebración escolar o comunitaria, llegar en la caricia de los dedos que alivia los conflictos o enciende el amor en la mejilla.
Somos sus pies para acercamos a las vidas más marginadas, pisadas suaves para no despertar a los niños que duermen en su inocencia, pisadas fuertes para poder defender la dignidad de nuestros hermanas, pasos decididos para responder a las necesidades del hoy.
Nos pide ser sus oídos, para que su escucha tenga rostro, atención y sentimiento.